EL GRAN DESCUBRIMIENTO DE LA ESCRITURA.




Adoro la lectura desde que aprendí a juntar palabras, daba igual lo que cayera en mis manos, todas las historias me gustaban y me apasionaban. 

Con la lectura, vino el gran descubrimiento de la escritura, no sólo podía juntar palabras y leer, sino que también podía crear y plasmar todo lo que imaginaba haciéndolo eterno y, conservándolo para siempre. 
Escribir era algo mío, algo que yo podía controlar y crear, dándole mi forma, mi manera y con mis normas. En las historias pasaba lo que yo quería, no como en la vida real, que siempre era tan imperfecta, espontánea y descontrolada. Y así, creaba algo mío, donde nadie más pudiera entrar. 

Pero en la escritura, al igual que en la vida, las historias no están hechas para permanecer ocultas o encerradas, las historias necesitan leerse, contarse, vivirse… y tuve la suerte desde muy pequeña de encontrar a personitas que les gustaba aquello que imaginaba, que me animaban a compartirlo, porque podría haber más gente que quizás también necesitara algo más en sus vidas. 

Pero los años pasaban y yo descartaba cualquier idea de compartirlo. ¿Qué beneficio iba a encontrar alguien en lo que yo escribía si lo hacia para esconderme de lo que me rodeaba? 
Pero a veces, las oportunidades se presentan en la vida y somos incapaces de decir que no, primero porque no nos lo creemos, segundo porque no pensamos que seamos lo suficientemente buenos y tercero porque no creemos que a personas aburridas y completamente monótonas nos pueda pasar algo extraordinario. 

Y te das cuenta de que aquello que hacías para construir murallas en tu interior, para esconderte, al final, se ha convertido en un puente que te une con el resto de personas, que te muestran un cariño y apoyo excepcional. 

Al final, hasta el mayor de los soñadores, puede vivir cosas tan extraordinarias, que ni él mismo llegaría a imaginarse. 






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